lunes, 17 de enero de 2011

Las maravillosas propiedades de los Omega 3




No todas las grasas son iguales. De hecho, mientras unas pueden provocar problemas de sobrepeso y diversas enfermedades cardiovasculares otras lo evitan, como podia ser el caso de los Omega-3, ácidos grasos con múltiples efectos beneficiosos para nuestro organismo, hasta el punto de que no deberían faltar nunca en nuestra dieta.

Fue una investigación realizada en Groenlandia hace tiempo la que puso de manifiesto las virtudes de los ácidos grasos Omega-3 porque científicos daneses observaron que los esquimales de aquella región del mundo presentaban una incidencia de muerte por problemas cardiovasculares ocho veces menor que la de los esquimales que habían emigrado a Dinamarca, hicieron comparaciones y hallaron que los primeros tenían en sangre altos niveles de omega-3 debido a su elevado consumo de aceite de pescado y carne de animales marinos. Empezaría así a estudiarse seriamente la influencia positiva de los ácidos grasos omega 3 en la prevención de la arteriosclerosis y otras dolencias coronarias. Al punto de que muchos expertos hablan ya de ellos como de un “medicamento potente y singular” para cuidar el corazón, la sangre, las articulaciones y hasta el cerebro.

Junto con las proteínas y los hidratos de carbono, las grasas o lípidos completan la triada de nutrientes más importantes para el organismo. Y su función es fundamental para la vida ya que nos sirven como almacén de energía, nos protegen del frío, constituyen las membranas celulares, son responsables de la elasticidad de la piel y además intervienen en el normal desarrollo del sistema nervioso central, en la regulación de la presión sanguínea, en los mecanismos de defensa del sistema inmune, en las reacciones inflamatorias y en la acción de determinadas hormonas. En resumen, las grasas nos son imprescindibles

Grasas que están básicamente compuestas por ácidos grasos que, atendiendo al número de dobles enlaces, pueden ser saturadas , como la mantequilla- e insaturadas que, a su vez, se dividen en monoinsaturadas e, como el aceite de oliva- y poliinsaturadas

Pues bien, a este último tipo es al que pertenecen -entre otros- los ácidos grasos esenciales Omega-3. Y se les llama esenciales porque nuestro organismo no los fabrica y, por tanto, debemos ingerirlos con la alimentación. Cabe añadir que el principal ácido graso omega-3 es el alfalinolénico -así como sus metabolitos, el eicosapentaenoico ( EPA) y el docosahexaenoico ( DHA).

Los ácidos grasos poliinsaturados Omega 3 están poco presentes en la dieta occidental moderna y esa escasez es, en buena medida, la causa de múltiples dolencias. Porque, entre otras muchas cosas, reducen los niveles de triglicéridos y de colesterol en sangre y bajan la tensión elevada. Y tal es la razón de que su consumo sea fundamental para aquellos individuos con mayor riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, sea por su condición genética (hipercolesterolemia familiar), nutricional (obesidad) o patológica (diabetes).

Uno de sus metabolitos, el ácido docosahexaenoico (DHA), está además directamente relacionado con la buena salud cerebral así como con el desarrollo infantil. De hecho, durante la gestación el feto recibe de la madre importantes cantidades de este ácido graso, especialmente en el último tercio del embarazo, etapa en la que se desarrollan el cerebro y los órganos visuales. Y si bien el requerimiento disminuye después del parto pero sigue siendo importante durante la lactancia. De lo que se desprende que las mujeres embarazadas, los recién nacidos y los lactantes son quienes más precisan un consumo suficiente de los mismos.

El doctor Alexander Leaf -catedrático de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU)- afirma por su parte que el aceite de pescado (importante fuente de omega-3) influye también en la actividad eléctrica y en la excitabilidad de las células del cerebro y del corazón. Una afirmación sustentada en un descubrimiento propio: se requiere un estímulo eléctrico un 50% más potente para inducir arritmia cardiaca en las células de un corazón que contiene altos niveles de ácidos grasos omega-3.
En otro estudio llevado a cabo en Francia e Inglaterra en el que participaron 1.600 personas se observó que quienes habían consumido ácidos grasos omega-3 eran mucho menos propensos a los infartos que los que no siguieron una dieta rica en

ellos. “Consumir omega-3 -asegura Leaf- parece brindar una rápida protección contra los infartos”.
También se considera a estos ácidos el mejor remedio natural para aliviar los síntomas de la artritis reumatoide ya que reduce de forma rápida – en sólo tres o cuatro meses- el dolor, la hinchazón y la rigidez provocadas por esta dolencia.
También especialmente prometedores son los resultados de las investigaciones que se vienen llevando a cabo sobre el uso de omega-3 para tratar enfermedades inflamatorias del intestino como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. A día de hoy se ha constatado que los pacientes experimentaron notables mejorías y, lo que es más importante, que no se produjeron recaídas.
Y no terminan ahí sus propiedades. De hecho, son mucho más numerosas. Se las resumimos en el recuadro adjunto.
En suma, es tal la importancia de estos ácidos grasos y tantas sus propiedades benéficas que los especialistas recomiendan consumir productos que contengan omega-3 al menos tres veces por semana. Téngalo en cuenta, sobre todo si se encuentra entre la población con mayor riesgo de sufrir algún tipo de accidente cardiovascular.


Fuente de Información: Discovey Salud,Dr. Perricone's 7 Secrets to Beauty, Health, and Longevity, The Perricone Promise.

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